Finge un esqueleto
el rumor de una gota de sangre
haciendo sonar las pizzas
decoradas con guantes.
Corro las cortinas de tus párpados
y en hogueras de palisandro
quemo tu nombre.
Te llamo golpeando la tumba
en el fondo del río,
esperando tu respuesta,
pero Emma es una enfermedad lejana,
tan incierta como doblar una esquina
y te vuelvas a mirarme.
Si lo hicieras te repetiría tres veces
las palabras que en sueños me pediste
y nadaría entre peces lucientes
hasta la playa donde habitarte.
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