Siento como se apaga tu voz
sin extinguirse la llama y la locura
y cae el polvo de mis hombros
donde caen los recuerdos
la corriente del río de mi tronco
la herida del poema es un hormiguero
que muere despierto
como ondulante párpado
y estoy acuartelado aquí
amargando mi memoria
antes de que llegue tu olvido.
He quemado tus cartas
y el fondo del mar está lleno de tu pelo,
te siento en el aire helado de la madrugada.
Había perdido la fé
tocando el trombón en mi interior
y ahora contemplo una rueda de dientes
rayos y flechas en columna de a cuatro
y al demonio en su puesto
ofreciéndome un juguete de cartón
hecho trizas como mi amor desperdiciado
porque soy la rosa del infierno
cuando el día amanece
en aquella cerveza.