BREAKFAST IN ENERO

 


Vuestro aceite de inmobiliaria

que se fuma en el compartimento

no mancha mi piel como una pesadilla

cuando andamos por el sol infinito

leyendo libros de botánica 

y un cometa cruza la bóveda 

rodeando el viejo sepulcro

iluminando las oscuras cavernas 

de un condenado a muerte sin recuerdos  

porque el césped es la memoria 

lavada por la lluvia 

quebrando el bajo astral

en esta casa sin calefacción ni gas

donde la lupa del infante es una correa de delirio

y la estrella se hace mantequilla en mi calzado negro

cuando preparo el desayuno

con un croissant bostezante

reptando sus patas por mi camisa 

con las vías del tren enredadas en su cabello

levantando su falda poco a poco 

alzándose al misterio

como un olvidado rayo  

iluminándose en la nada.












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