Banquero, debo ir hasta el fin de la sal
sobre una tapicería bordada con petit-suisse,
porque el ascensor no funciona,
tiene ojos de talco y arrastra un lodo antiguo.
Pero no me importa caminar,
aunque siempre me siento extraño en algún lugar del camino,
en súbito zig-zag,
y sólo soy yo mismo
cuando me planto bajo la curva azul de la cúpula.
El mundo es un lugar limpio y sucio
y es imposible disfrutar de cada uno por separado.
Dos cucarachas de Júcar
recorren la mesa donde están los senos
y el viento sopla en dirección a las palmeras.
Ella estaba hecha para mí, como una casa abierta.
Sabes, aún me masturbo y después me ducho
y uso colonia porque puedo y te amo todavía.