Pronto vendrá la primavera
y emergerá el cadáver de la azafata bajo la nieve
y sus zapatos feroces cruzarán las calles comerciales
la luz del atardecer sobre la fábrica abandonada
ante el espejo de los tumultos
el aire ido de una adolescencia prehistórica
a punto de explorar muriendo sin remedio
enésima afonía de la autodestrucción
con sus tetas de nata golpeando las puertas
espantando a los perros que ladran
doblando las esquinas
lamiendo el otro lado en busca de luz
pero sólo hay oscuridad
porque habéis destruido la felicidad
como yo la maté para envejecer contigo
junto a un tallo de agua limpia
sobre ese montón de hormigas.
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