Mi cabeza frita su resplandor de músico vivo
el arpa de la melancolía hacia el silencio
ensimismada tumba de culpa
en torbellino sublime y violento
para siempre para nunca
nado hacia dentro
en el recuerdo de los monstruos matemáticos
llenos de caspa y legañas
en una casa asaltada por el ruido
y autómatas vacíos
para huir encima de una galleta
hacia el sol de un jardín imposible
donde el Diablo te arranca el alma
bajo la tormenta fresca
del último atardecer.
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