UNOS DADOS MAL DADOS

 


Unos dados mal dados 

cayendo sobre los ojos de la trompeta 

en el el bolsillo del templo lanzándose al vacío,

junto a las lágrimas que sufren en un cajón lleno de polvo,

una voz anhelante de ser oída,

cubierta por el moho, retorciéndose dentro del cajón,

el polvo se asienta sobre las palabras no escuchadas.

Y reflexiono sobre el suicidio, 

no como rebeldía ni angustia, 

sino como fin de una rutina molesta a los demás,

para adentrarse en espacios más profundos,

alejándose del bullicio y la prisa 

por el camino donde los suicidas 

ronronean su moto entre la niebla,

para aquellos que en el camino de la oscuridad encuentren una luz fecunda

y algo parecido a la paz

antes de la próxima encarnación.









 






EL PAPA ES DE SUMERIA

 


El Papa de Roma porta un pez en la cabeza,

marino, majestuoso y colorido,

reposa orgulloso sobre su cráneo abatido.

El Papa de Roma, con su pez coronado,

enciende las mentes, despierta lo olvidado.

El Papa trepa por los techos de la capilla, saca la lengua y caen pedazos de arcilla.

Los fieles quedan atónitos, sin comprender,

mientras el Papa se ríe, sin miedo a perder.

El Papa de Roma es de Sumeria,

su historia se extiende como una epopeya.

El Papa de Roma es de Sumeria,

convence a sus fieles, los lleva a la histeria.

Sus escamas relucen, reflejo del sol ardiente,

mientras el Papa camina, sereno e indiferente.

La gente se detiene, confundida y perpleja,

mientras el Papa les pega una buena colleja.

El Papa de Roma es de Sumeria, 

separa y divide alma y materia.

El Papa de Roma es de Sumeria,

su pez nada libre por la vieja Iberia.

El Papa de Roma y los protestantes 

tan lejos de Jesús, al que yo soy constante.

El Papa de Roma con su pez maloliente, 

sacando y metiendo su lengua de serpiente.











GLÁNDULA PINEAL

 


Desenterré sus huesos tallados en diamante, 

irradiando neón diabólico

y el reloj se fundió en una nube de fuego

donde los minutos ardieron en espirales caóticas.

Ahora, voces ancestrales entonan su canto,

traspasando las barreras de lo tangible,

cortando los dedos del horizonte en enigmas mágicos,

chapoteando lejos de mi turbio entendimiento.