Bitácora Pseudo-literaria de un Casi Caballero Surrealista; Cristián Sandre,
músico sinestésico y pintor de óleos comestibles.
Todo parecido con la poesía puede ser (o no) mera coincidencia.
Ladrón de pana te caza el sexo
la luna fenicia de salamanquesa
portando los cubos mágicos por el Congreso
semilla a cambio del sacrificio humano
para descongestionar las venas agarradas al cielo
y abrir la mesilla de noche
y hallar la cabeza de Gerald Durrell
procurando esnifarla con los pechos al aire
soñados por el diablo.
He comprado mi tumba para prostituirla
y se ha meado una gárgola debajo de mi brazo
porque los hombres no entendemos a las mujeres
y el que se acerca decide no adentrarse más
y cambiar su foto por la de un leproso follador
siempre fiel a quienes abandona
portando una centella dorada
por tantos amores en la cabeza
y sólo uno en el corazón
con el epitafio escrito
en nombre de Emma.
El recuerdo de los besos marchitos en el pantalón
la polla huyendo por las baldosas
crucé el pasillo y la mujer rubia sin rostro me lanzó su serpiente
posición individual de la muerte
pero finalmente me besó
de manera trascendental
como persona única retocada en el vientre de Dios
sin cara, hundida sin edificio ni efigie
y yo tarareaba; ...una morena y una rubia
de alfombras hechas del betún
con tus arrugas la memoria
que no me engañas Belcebú...
El chotis siniestro dio paso al bosque
al impresionismo de Ravel
en aquel árbol donde me consagré a Emma
y con su mirada de ángel
cristalicé un girasol caído del cielo.
Árbol y Río al Atardecer (2020) {Foto; Cristián Sandre}
The Offering / La Ofrenda {(C.Sandre, 2020) Oil on CardBoard}
Cuando somos bípedos en la noria del asfalto
y todo se clama en la cópula
mirando el campamento con ojos de lagarto
caídos de la catapulta
aparece la sagrada escritura del océano
cargando el tiempo y los sueños de nadie
eco en sagradas formas reptantes
por las caderas de alguna diosa minoica
perdida entre las brumas del tiempo
y Clitia danza sobre dos delfines tuertos
para arrebatarme de Emma
y descuartizar la nube
donde guardo el juguete
para destruir el mundo
y sus consignas.
La Gran Ramera
calienta el esperma de los plomos
sobre el horno de llagas
abriendo la abeja de plata
con aleta de pez
el ojo que todo lo ve
envuelto en papel aluminio
eco de una panadería
navegando por la axila del melocotonero
castañuela alegre de sargazos
en la cabeza del indio blanco
lejía y gangrena de miel
semilla occidental auto suicidada
en un profundo sueño
por orden de la élite babilónica
reptil en los ojos de un ministro
en proceso de expansión;
el murciélago de oriente.
Antes del desastre
dos veces me topé
con el mismo sapo
y el ojo con bigote
hizo sonar la rosa
por el peñisco del Coso
primavera sin Emma
pescadería verde
en el petit-suisse intelestelar
del cuñado laberinto
para sacar el pañal adelante
y construir una fosa
para los muertos imaginarios.
El hibridaje es viable,
se ven los cascabeles,
por qué no me besas cloroformo.
Cae despacio el coche del canario
y el piano se arrastra por los muladares
del durmiente adoctrinado.
Tumbaron la llave en el armario al paso de chotis murciélagos
y sangre de lluvia maciza esponja de hierba y col
macho del catapulta en la acción del beso margolo
un tango demasiado negro en la pared del viejo dios hitita
para orine de mi guitarra anclada en el fango
cantándome los muertos silenciados por el gobierno
una porra de esteroides tumbada en la cama
hecha de clara de huevo y música
no son héroes son víctimas de Teshub
el viejo dios del rayo
defecando su gestión gerontocida
mientras los niños señalan los ovnis
y Emma llora ánades que vuelan hacia mi ventana
pero yo no tengo nada para alimentarlas
apenas un fantasma amordazado y una flecha en el tronco
mas el pato me grazna exigente
ya no vienes por la ribera queremos comida
yo no tengo nada
quizás amor y locura tan sólo
y algún domingo sin cena
perdóname pato
culpa a las élites babilónicas
cuyo híbrido encanto nos maneja
y déjame ocupado en mi eterno ostracismo
llenándome de manchas
intentando recuperar el niño de oro
de tu charca
pensando en los reflejos nacidos para morir
cuando nadie piensa en ellos
estudiando la historia
de los culos en la antigüedad.
Miles de años envueltos en papel celofán
donde caen los pedriscos de mi coñac
y los lagartos nos devoran el alma
entre agujeros de mortadela
porque te has hecho ridículamente viejo
y ya no puedes mirar desde el techo
no puedes aceptar que los lados han cambiado
sin atisbar que los albañiles quemaron Notre Dame
con gafas de sol y un dragón rojo
dentro del coche del enterrador
gozando el suicidio en Hesse
como una mosca de chocolate
dulcemente atrapada
y el Papa y el Rey violan la cometa de oro
y yo te llamo Jesús aplastemos a los colectivos
solos tú y yo
padre dime una palabra
déjame subir a tu tabla de surf
el mono se ha escapado corre hacia el bosque
y necesito a Emma
para alzar al individuo sobre el colectivo
para untar la magdalena en un mundo perdido
lejos de los somnolientos
que aplauden mientras les matan.
La Hoguera / The Bonfire (C.Sandre, 2013) (OIL)
Pastelitos de la pantera rosa
trabajan mi ano de aluminio.
No hay tiempo para el desánimo
ni para colorear con Brian Wilson
la sonrisa dulcemente ácida,
son tiempos de brujas
y la más burda de ellas,
marioneta inmoral,
estira los hilos del brazo.
Confinada en su mansión,
llenará cuatro polideportivos
con jamón de buzo extraplanetario
y será juzgada si en la tierra existe justicia,
porque a la del cielo no escapará,
la manola demagoga que baila despacito,
sola y borracha su aquelarre de insensatez,
cual vulgar puta del apocalipsis.
Lame el árbol del sobaco arrugado
cual servil psicópata de alta efigie
en genuflexión ante su botones
y un dedo en el frutero
señalando la muerte
del consejo de ancianos,
esparciendo su plan a través
de retrasadas vaginas
adoradas por calzones vacíos
ondeando al viento contaminado
mientras nuestros megáfonos
anuncian el plan pagano
ante el terror del somnoliento
y el aburrimiento del despierto
reyelendo la decepción de Fragonard
con la revolución francesa,
aquella misma que el año pasado
declaró la guerra
con la quema de Notre Dame
y la sentencia del reptil octogenario
"España e Italia
nunca saldrán de la crisis"
nosotros provocamos
lo que salvamos
y el Papa pregona
el fracaso de Cristo en la cruz,
ángel batido
alejándose en cada rayo de miel
del cabello de Emma
y pienso en Watteau bello y perdido
en la umbrosidad de la magia tan lejana
a este nuevo paganismo macabro
de probeta satánica
y caspa de pana.
No van a ganar;
sin amor
la piedra será siempre bruta,
sólo el ángel se transforma.
Formemos entre todos una cadena
por donde Cristo descienda
hacía nosotros.
Si no comes el montón de sacos
bebe una rosa hecha de loco
para escuchar jazz entre higos
y lanzar al aire las pecas de su pie femenino
para formar un rosario con ellas
y pasearme por la calle con un orinal en la cabeza
y macetas como zapatos
rascando en mi bolsillo la nariz de Chet Baker
en eterna moviola
rechazando damas de madera silentes
sobre un tablero de ajedrez musgoso
cuando los borrachos de Bohemian Grove
me tiran las baldosas del baño
y colocan a su discípulo en el Vaticano
hablando del fracaso de Cristo en la cruz
de harina mal parida por la kilometrada de mariposas
a la espera de una mujer de pies bonitos
que me patee las bolas
con exquisita técnica marcial
y cuelgue atunes moribundos de un gancho
con un violín clavado en el ano que tratas de arrebatar
porque carezco de carne y estoy hecho de cierzo
álamos y chinchetas sujetando la plastilina en la montaña
para alejarme de Emma y la locura
de mi destino hacia el éxito o el suicidio en el 21
...quizás mi niño de oro
ya no puede mirarla
porque prefiere morir
a no crear nada
en este mundo.
Chicho conflicto en California
con perfume de golondrina enyesada
saliendo por la nariz de un ventrílocuo.
Un alce de espuma sangra su leche
sobre los pantalones de Manhattan
hinchando su vena de albaricoque.
Empotrado en el ascensor,
un chubasco me ofrece sus cuernos
ante el calcetín de las diosas.
El arpa ha pinchado un tejado nasal,
rechazo de un dorado sol incandescente.
Más arriba, sandías colgantes
se enfrentan a la eternidad,
pero el infierno está aquí,
habituado.
Cada día
es un ataúd a medida.
Pintor de verdes
ahorcaba a la mariposa
entre los trigales del acordeón
a ritmo de blues
junto al diablo ciego
posado en su trono
rebosante de rosas
donde nació
aquella corsaria de fresa
y cornudas montañas
deshecha en mis labios
junto a un kiosko
de voz anaranjada.
Ahora planto en cada ataúd
una patata de Troya
y las mollejas
juegan a fútbol
con insectos de camuflaje,
enormes y transparentes.
Tú eres mi rubia tortura,
mi dulce cruz
y estoy solo en la espera,
siempre solo,
con la soga en la fresquera.
El capitán del barco y su tirachinas
cae por la cascada de mapas hecha cucharas
y cuatrocientos pies de mujeres prenden fuego a la escalera verde
con mi nariz en el lecho y un fantasma de cabellos rubios
enterrando el arpa del pensamiento
en el nivel 4 del supermercado
con sus jardineros desenterrando falos entre el polvo lunar
y las instrucciones para fabricar un reloj musgoso
con pasta de dientes secreta de la Atlántida.
Me adentré en el horno
donde los pelos no existen,
sólo un recuerdo especiado de tu imagen
con olor a clavo y lavanda
y el circo donde fracasé.
Sobre una polilla gigante veo pasar la vida y sus cometas
y no despego nunca el vuelo
sólo extraigo un colibrí de los huesos
sobre las lámparas que crecen en el lomo de las montañas.
Aquellos garabatos en el cuaderno jorabado
y el corazón del falo cayendo en los depósitos del alma
fueron dividiéndome entre dos salamandras,
vilipendiado por los negros ancianos hindúes
con una llaga en la vejiga y la verga colgando en la mano
sufría el santón apoyado sobre otros barbudos famélicos
que horrorizados me miraban con odio
cuando supuestamente vivían por encima de las pasiones
y yo exiliado de la congregación yogui
andaba por el río de tu orina rubia
mojando mis labios para recrear tu rostro en mis sueños
porque ya no veo tu cara preciosa
sólo tu rubio cabello
y tu nombre pintado en azul y oro
contra el tiempo y el reloj sudoroso del sobaco
cuyas saetas son flores de lavanda
sin capacidad de flexión si no siento tu brisa cerca
porque me estoy muriendo de amor y humedad
y la soledad me suda en cada poro de tu ausencia
y un tambor marca un ritmo de guerra
desde algún lugar perdido
del Diablo.
No somos inmortales, somos mortadela
desprendida del espacio parpadeante
con sus agujeros y ventanas mágicas de mayonesa
iluminando la oscuridad loncha a loncha
hacia el fin sin ni siquiera rozarnos,
dos faros goteantes
espalda contra espalda
sobre una cigüeña de menta
volando hacia la noche eterna
donde sueño tus besos
y tiemblan mis labios haciendo
caer el musgo de las estrellas.
No quiero ser yo
deseo ser tú
disolverme en ti
ser el amor ajeno a nuestros cuerpos,
la vibración anaranjada de tu voz
preñando el eclipse,
cada grano de arena
se llama Emma,
el momento sublime
ante el rayo verde
¿confías en mí?
¿confías en mí?
¿confías en mí?
Sólo el amor es inmortal
y nosotros somos mortadela
secándose en el crepúsculo púrpura
de la eternidad.