Los recuerdos me asaltan de repente
con negra vestidura y cera que desciende
porque hoy la Navidad viene
con el leñador y su hacha
sobre mi jersey de hiedra verde.
Bajo el muérdago el Diablo me besa
con sus labios de filo de obsidiana
y en mi epifanía
Emma desciende invisible desde lo alto,
crepitante de peta zetas,
mientras en la ventana
alguien finge que caen copos de nieve.
Por fortuna no paso frío,
pues prendo hogueras con mis pinturas
y en el fuego contemplo el umbral de Dios,
parnaso encendido
para caminar hacia el crepúsculo
con el hacha al hombro
y la tormenta como abrigo.
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