Con Los Dedos Mojados

 


Carecíamos de tiempo,

pero todos nos llamábamos canasta en aquella compresa de fuego,

bailando una danza sin principio ni fin,

en medio de la oscuridad.

Las sombras se enredaban en mis pies,

caminando solo con el corazón lleno de cicatrices 

por la arena del cine.

Y a veces salía de la sala con la inyección en la polla 

y una camarilla de verduleras a mi alrededor,

mientras Theda Bara con el vientre parecía gritar algo crudo.

Ahora tengo un pañuelo sobre la mente y se siente tan pesada,

los mocos empiezan a molestarme en el cerebro 

cuando recorro los valles del futbolin.

¿Cómo he llegado hasta aquí?

Necesito salir, sacudir la cabeza, 

y poco a poco, que la niebla empiece a disiparse,

por suerte algún día guardaré las albóndigas debajo del arco iris,

para dormir como una araña roja en una lata

con los dedos mojados en los muros.














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