DESAYUNO 520

 


Cuelgo notas musicales en las palmeras,

el viento las interpreta

como partituras sinceras.

Entre pétalos de sombra,

un río amarillo fluye, caprichoso y elegante,

abriéndose paso por mi frente

como tostada caliente.

Y todas mis palabras van siendo perdidas

en un cosmos de sobacos,

mientras el pan y yo entramos en trance

y nos hacemos pedazos.








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