El director progre lamiendo el camposanto sordo sin silbidos sin la muñeca alemana de ojos inquietantes, un tiburón
aletea bajo el Arco del Dean enamorado de un pupitre flotando en
el limbo, ese ángel pervertido se
ríe de mí, se ríe y necesito más cajones, necesito más cojones para amar la raya
y ser asesinado por ella, para comprender por qué Tito y Chanquete tuerto son
gerentes del vacío en el espacio.
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