UNA TARDE CUALQUIERA

 


Una tarde cualquiera 

cambió el viento hacia la reina blanca

y la esquina de la calle fue una cabeza

cubierta de besos y mariposas

yo deseaba regresar a casa 

pero llovía mucho en la cama 

así que caminé soportando una pesada ancla

sintiendo el dolor de un implacable recuerdo

cuando una llamarada iluminó la calle

para entrar en otra casa abandonando la crema

para danzar una vez más vestido de esqueleto.
















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