La Desgana de las Corridas

 


La desgana de las corridas 

cuando hay cuatro pies 

y me tiembla el pulpo

en el asiento de los funerales

porque me acomodo con vestiduras de hielo

por la cueva helada de tu útero

coronada de hojas verdes

en el regazo de los espasmos

hasta diluirnos en un beso infinito

mientras mi pensamiento acaricia a Emma

sobre una nube distinta 

y nosotros continuamos fingiendo jadeos

con silentes máscaras africanas.















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