El ángel de la muerte pone flores en los zapatos
y tú apareces desnuda envuelta entre cardos
tus pedazos se cambian en una escala inadecuada
esparciéndose por el vacío
desde entonces he continuado yo solo mi camino
pero sigo amándote mientras el avión cae
humedeciéndose en la lluvia
y cuando pienso en ti
enrollo mis venas como una ramita de canela
te busco de taberna en taberna
siguiendo tu estela por los porches húmedos
hallando tu nariz en los puentes colgantes
tu cabellera sobre las paredes agrietadas
tus pies trepando por mi cama de franela
y una multitud aplaudiendo impresionada
porque mis rodillas no se doblan
me sostienen indomable
ante el viento gélido del fin de los tiempos.
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