Había un hombre dentro de un papel de periódico deshaciéndose en titulares mojados, bebiendo la gaseosa de sus ojos alma estrecha como un canuto de parchís lavaba sus mentiras enalteciendo a Mohamed el castor y las horas se le pegaban en la lengua para propagar la doctrina del gobierno aprendiendo lemas palabras y palabres hasta que un nuevo viento sopló del norte y sus huesos crujieron derrumbándose sobre un apaisado acordeón donde la noche llora.