Hubo un verano
hecho de sábanas de rocío
cayendo gota a gota el jazz sobre tu vientre
cuando yo salía del naufragio
con la boca salada de ti
y tú llevabas un lazo en el pelo
y los dos éramos espuma
en la superficie del mar
nardos abriéndose
como sonrisas recién lavadas
porque hubo un verano
donde yo era un toro de bruma
embistiendo las horas en gritos
entre tus pies nacarados
con su tierna porcelana al sol.
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